Aunque siguiendo con la idea de desconectar, no me quedaré en la capital, Nerja será mi destino y las calas de Maro mi paraíso particular. Ya sueño con esa brisa marina, embaucadora. Días sin final y noches sin inicio, el simple relax. Un lugar en el disfrutar de la brisa salada de la mar, un entorno en el que desconectar del mundo mirando las estrellas.
Como no podía ser menos, no puedo evitar una visita a la tierra de la Alhambra, Granada. Quizás no es el mejor momento para disfrutar una ciudad en la que no es nada recomendable salir a la calle antes de la seis de la tarde, son días de 40 grados, pero no puedo evitar hacer una parada, saludar mi último hogar andaluz.
Tras esto no puedo evitar buscar la costa, donde me relajaré hasta volver a mi punto de retorno, aquel que me indica que mis vuelos desde Sevilla me llevarán de nuevo a casa, una casa a más de 3000 kilómetros de la tierra en la que nací.